San Vicente de la Barquera: playas, acantilados, marismas y fortalezas (agosto de 2013)


San Vicente de la Barquera. Ubicación geográfica en la costa cantábrica de esta histórica villa que ganó notoriedad una década atrás por ser el lugar de procedencia del cantante (y concursante de un reality show) David Bustamante. El pueblo, de unos 4.500 habitantes que en los períodos vacacionales (y sobre todo en verano) se multiplica por dos y por tres pero que viene manteniendo una ejemplificante regularidad en cuanto a demografía, es una de las denominadas Villas Marineras más célebres; de hecho, ha sido uno de los impulsores de la Ruta de las Villas Marineras que actualmente engloba a 11 municipios del Atlántico. Esta población presenta otra particularidad: la de un casco urbano atípico repartido en torno a su bahía y a las marismas de Pombo y Rubín. [mapas VíaMichelín]

Una de las señas de identidad de San Vicente de la Barquera es el regalo visual del pueblo con las grandes cumbres, cercanas pero no vecinas, de los Picos de Europa. Un contraste único que en los días despejados de finales del otoño y del invierno arroja estampas maravillosas gracias a la nieve. No es el caso, pero bien vale este acercamiento estival como referencia.

Urbanización perteneciente a San Vicente de la Barquera, aunque ubicada fuera de su casco urbano más "histórico" y a los pies de la N-634 que comunica con Santander y vertebra el Camino del Norte de Santigo. Estamos en la zona de las playas de La maza, El tostadero, El Rosal (donde se levanta un camping muy concurrido) o Merón, y en términos de callejero estamos en la avenida Francisco Giner de los Ríos. Una zona pródiga en segundas residencias, con mucha presencia vasca. Durante nuestra estancia alquilamos durante unos días un pequeño apartamiento en un primer piso del número 28. El apartamiento del bilbaíno Andrés, que por agradable, servicial y simpático se merece una recomendación. Esta es la urbanización en cuestión, justo enfrente del camping; la zona, en los días de playa, no es fácil para estacionar el vehículo, pero esta urbanización cuenta con un aparcamiento propio cerrado al "tráfico". Pese a todo, es una zona muy tranquila.

Marea baja en la surfera playa del Merón, con el cabo de Oyambre (izquierda) y la aldea de Gerra y los acantilados homónimos al fondo. En primer plano, la piedra conocida como Peña del Zapato. Cuando el Cantábrico se repliega queda un arenal majo.

Nubes y claros. Contraste en la playa de Merón.



Una surfista camina delante nuestro en la playa de Merón. Es ésta una zona pródiga en actividades acuáticas y no son pocas las empresas que ofrecen sus servicios tanto a nivel de cursillos como en el de alquiler de equipamiento y material. Y mucho extranjero disfrutando de las olas...

Cambiamos de playa. Ésta es la del Tostadero, que se asoma a la bahía de San Vicente. Al fondo, el núcleo: a la izquierda, el casco viejo y a la derecha los barrios del Puerto y de La Barquera (donde se encuentra el santuario de la patrona, que luego visitaremos y que aquí no se aprecia).

Marea bajísima en la bahía de San Vicente, reducida casi a la condición de río. Una bañista camina por su arena.

Playa del Tostadero. Chiringuito Días de Surf. Muy animado y parte de la Escuela de Surf Costa Norte.



Días de Surf. Una peculiar terracita panorámica con vistas excelentes sobre San Vicente de la Barquera.

Una consumición con vistas...

El casco viejo de San Vicente de la Barquera, contemplado desde el chiringuito-restaurante-bareto-pub-un-poco-de-todo Días de Surf.

Ocaso sobre la bahía a través del reflejo de unas gafas de sol...

El Santuario de la Barquera y su barrio circundante, al otro lado de la bahía, observado desde un claro de la vegetación que protege la playa de la Maza de la avenida Francisco Giner de los Ríos.

Marea alta en la bahía de San Vicente de la Barquera.





La zona urbanizada junto a las playas, alejada del casco histórico pero pobladísima de servicios, se acerca al San Vicente más "pueblo" gracias al histórico Puente de la Maza, sobre la Marisma de Rubín (que queda a la izquierda).

Marea alta y paisaje hermoso en la Marisma de Rubín.

Subidón hídrico en la bahía de San Vicente, con el pueblo al fondo y "posado" de una embarcación de recreo fondeada aquí. Una vista desde el Puente de la Maza, que sugiere muchas fotos.

Anocheciendo sobre San Vicente de la Barquera.

Puente de la Maza y Marisma de Rubín. El puente ahonda sus cimientos en el protomedievo (siglo VI o VII), aunque en aquella época era de madera. Ya a partir del siglo XVI comienza su mutación en piedra y el paso que hoy aprovechamos es más reciente: de la época de Carlos III. Gracias a la construcción de la Autovía del Cantábrico, el intenso tráfico que soportaba la N-634 desapareció (con permiso de los días de playa, que registran sus atascos majos). Y el puente ganó en paz.

Pilar del puente de la Maza en plena marea alta.

Ocaso sobre el puente de la Maza...

Embarcaciones en la Marisma de Rubín.



Marea baja en la Marisma de Rubín contemplada desde La Maza.

Una gaviota devora un resto de pescado que ha encontrado en su anárquico deambular por las tierras que suele inundar el Cantábrico en la Marisma de Rubín...

El más de medio kiómetro del puente de la Maza, desde la otra orilla.

Varios de los 32 ojos del puente de la Maza, con marea baja.

Otra imagen del puente de la Maza. La fresca brisa que lo mece habitualmente es, sencillamente, inolvidable. No fueron pocas las veces que lo transitamos en agradables paseos durante nuestra estancia... y es que aparcar en el casco viejo de San Vicente es bastante complejo.



Fuente ornamental de inspiración marinera (un ancla) en el parque que se extiende entre la bahía y la avenida de Miramar (antigua Nacional 634 Oviedo-Santander).

Palmeral en el parque antes citado con vistas, al fondo, sobre el denominado Castillo del Rey.



Más vistas del casco antiguo desde el parque urbano que se extiende en esta zona de la ciudad y donde también hay un par de aparcamientos públicos que, por otra parte, suelen estar habitualmente "petaos".

Majestuosa casona que alberga el Hotel Luzón. Este edificio engaña, no es tan viejo como parece: fue levantado en 1905.

Construcciones típicas bajo la custodia del Castillo del Rey, en la curva donde se dan la mano la avenida de Miramar y la avenida Generalísimo (ay esa ley de memoria histórica...)

Viviendas junto a la bahía en la peatonal avenida Antonio Garelly...

Soportales junto a la ajardinada y céntrica plaza José Antonio...

Fachadas típicas en la plaza José Antonio

Balcones y más balcones. Mucha madera. Y mucho alero, que la zona es lluviosa... En el vídeo posterior, experiencia con el aire caliente y los globos en la plaza José Antonio. En la lejanía mosqueaba bastante ver unas luminarias ascender hacia los cielos desde algún lugar de la tierra: no llamen a Iker Jiménez, hay una explicación...



Calle Mercado.

Cuesta don Paco. Hermoso y cercano nombre para una callejuela, en nuestra opinión.

Un arco muy fotografiado da paso, desde la plaza José Antonio, a la calle Antonio del Corro. Los Corro han sido (desconocemos si aún lo son en la actualidad) una ilustre familia local muy presente en diferentes episodios a lo largo de la historia.

La pintoresca calle Anotnio del Corro.

Antonio del Corro. Un arranque peculiar y una rúa puñetera por eso de sus numerosos escalones...



Vista atrás en la "calle" Antonio del Corro...

"El amor es la única cosa que crece cuando se reparte". Un mural que refuerza la confianza en el ser humano y que se encuentra en una escuela infantil a la que se accede por la calle Mata Linares y de la que parte de la que se puede ver desde la calle Antonio del Corro: Hijas de Cristo Rey.

Empedrado fetén en la ascendente calle Mata Linares.

Torre del Preboste (izquierda) y Puerta de la Barrera o de Santander (el arco de la derecha). Uno de los rincones más curiosos de la villa. La torre, realmente torreón y muy disimulado con cierta apariencia palaciega, tenía la misión de recaudar impuestos municipales de las mercancías que llegaban por este acceso principal a San Vicente de la Barquera. Después haría las veces de prisión municipal.



Puerta de la Barrera. La histórica ruta hasta Santander desde San Vicente. Hoy, calle Mata Linares. En la hornacina de la parte superior, posterior, se colocó una imagen religiosa. No hay que olvidar que por aquí pasaba el Camino de Santiago... bueno, y sigue pasando, claro.

Cruzamos la puerta, subimos otro pequeño y empinado trecho y alcanzamos la calle Alta, arteria principal de la villa vieja. Allí vemos esto en el conjunto de edificaciones junto al palacio de la Familia Corro.

Actual Casa Consistorial de San Vicente de la Barquera, ubicada en el renacentista Palacio de la Familia Corro (del siglo XVI), también conocido como Palacio del Inquisidor Corro.

Detalle heráldico en el palacio del Inquisidor Corro.

Remontando la calle Alta hacia la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles.

A nuestra derecha desciende una pequeña calle sin nombre hacia el actual albergue de peregrinos y un arco-acceso en la vieja muralla...

El arco en cuestión...



Vistas sobre la Marima de Pombo, la otra que integra el conjunto marismeño de la bahía de San Vicente de la Barquera.

Una vista sobre el puente de La Barquera, que comunica la villa más histórica con el núcleo poblacional, acaso barrio, del mismo nombre.

Una terracita "pata negra" en la calle Alta de San Vicente de la Barquera.

Ruinas del antiguo Hospital de la Concepción (de entre los siglos XIV y XVI), un hospital de peregrinos del que apenas queda en pie su fachada; detrás, o al fondo, la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, sobria por fuera pero por dentro todo un tesoro.

Casco urbano de San Vicente de la Barquera visto desde la ruinosa fachada del Hospital de la Concepción.

Iglesia y casona. El San Vicente de la Barquera más monumental.

Acceso secundario a la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles.

Inscripción en la piedra. ¿Firma de la cantería?

Acceso a la iglesia de Sana María de los Ángeles. Hay que pagar una entrada, realmente un donativo de 1,50 euros. Sí se trata, como se asegura, de un dinero que se destina para la conservación del patrimonio no nos parece mal. Hay, lo vimos, lo hemos visto muchas veces en otros lugares, quien "pasa" de pagar por entrar en una iglesia. Como todo en la vida, respetable.

Detalles ornamentales en capiteles.

Motivos heráldicos (escudo de la Corona de Castilla y escudo local) en el tímpano del acceso principal.



Interior de Nuestra Señora de los Ángeles, donde mejor se percibe la estética gótica de todo el conjunto.

Cristo crucificado. Uno de los tesoros artísticos del interior del templo.

Interior de Nuestra Señora de los Ángeles.





El suelo de tablones de madera, casi original, de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. Una joya gótica.

La conocida como Puerta del Poder de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. Orientada hacia Finisterre y durante siglos lugar de paso de peregrinos.

Murallas bien conservadas en la parte alta de la ciudad vieja y, en ellas, la denominada Puerta de Asturias.

Mirador sobre la Marisma de Pombo y los paisajes circundantes. Una vista atrás nos regala esta visión de las murallas, la Puerta de Asturias y de Nuestra Señora de los Ángeles.

Puerta de Asturias.

Marisma de Pombo. Marea Baja.

Rodeando el templo, listos para poner rumbo al Castillo del Rey.

Ropajes secando al viento en la calle Alta.

Confluencia entre la calle Alta y la calle Acuerdo. Al fondo a la izquierda, efectivamente, el Castillo del Rey.

Vistas sobre la Marisma de Rubín y el puente de la Maza desde las alturas de los alrededores del castillo...



Vivienda particular y castillo general.

El macizo peñón donde se asienta el Castillo del Rey y donde arranca también la llamada Puerta del Mar, que comunicaba la fortaleza con el poblado de los pescadores.

Rocaje y piedra. Siempre una buena y convenida alianza.

La Puerta del Mar, a los pies del Castillo del Rey.

Callejón en San Vicente de la Barquera.



Viviendas en los alrededores de la calle Padre Antonio.

Arquitecturas populares y trazasa peculiares en la calle Padre Antonio.

Un detalle pétreo en el acceso a una vivienda.

Una turista camina junto a un pequeño espacio ajardinado en una zona de escalones.

Viviendas que mezclan lo nuevo y lo viejo...

Un pequeño espacio ajardinado junto a la avenida del Generalísimo, ya en los accesos al Puente de la Barquera, alberga un barco, un mástil y un ancla con fines ornamentales. Decoración coherente con una villa marinera.

Llamativo edificio del restaurante El Barquereño... En la avenida del Generalísimo abundan los restaurantes y bares.

Soportales en la avenida del Generalísimo, travesía de la antigua N-634.



Los accesos al restaurante El Puerto.

Probando una pequeña representación de los frutos del mar.

Cartel del restaurante Los Arcos, fotografiado desde los arcos de los soportales que se extienden a lo largo de la avenida del Generalísimo.

El Castillo del Rey, visto desde el arranque de la calle Acuerdo. La fortaleza medieval mejor conservada de toda Cantabria, ahí es nada.

Fachadas en la avenida del Generalísimo.

Un helado de la firma cántabra Regma, que tiene tiendas por toda la Comunidad Autónoma y también por el este Principado de Asturias. Muy buenos. A ver si siguen con su expansión.

"Peaso" casona en la avenida del Generalísimo. Una de tantas.

Otra vista.

Un abrupto y descuidado callejón.

Transición familar entre arcos en la avenida del Generalísimo.

Ganando altura en un entorno digno de Jack el Destripador para alcanzar la calle Acuerdo y ascender hasta el Castillo del Rey.

Calle Acuerdo.



Ascendente calle Acuerdo. Una ruta a media ladera de la que salen escalinatas para arriba y para abajo y donde vemos algunos buenos exponentes de la arquitectura popular "sanvicentebarqueña".

Una escalinata que, pese a estar bastante domesticada, se atraganta con peso, carga o prisa...

Parte trasera de un edificio con su fachada en la calle Alta.

Llegando a la calle Alta.

La Puerta del Mar, otra vez, la que comunicaba la ciudad vieja y el poblado pesquero de las afueras.

Indicadores turísticos a los pies de una enorme roca, la que alberga los cimientos del Castillo del Rey.

Viviendas y acceso (izquierda) al Castillo del Rey. La entrada para un adulto asciende (2013) a 1,40 euros. Su parte alta ofrece unas inmejorables panorámicas.

Accediendo al Castillo del Rey. Como decíamos antes, el mejor castillo de origen medieval de toda Cantabria en lo que a estado de conservación se refiere.... aunque dos décadas atrás fue restaurado.

Deambulando por el Castillo del Rey... No muy grande, pero sí rico en recovecos.

Turistas accediendo a la torre del homenaje, la principal de esta fortaleza de alargada forma que de alguna forma se asemeja a un barco. A un rocoso barco.



El Castillo del Rey acoge una exposición permanente en la que se cuenta la historia de San Vicente de la Barquera, se explican sus condicionantes medioambientales y se profundiza en la génesis de la fortaleza, así como en otras cuestiones relacionadas con la vida en la población.



La Marisma de Pombo, desde una de las ventanas del museo local ubicado en el Castillo del Rey.

Una turista observa la bahía desde el castillo.

La Torre de Homenaje del Castillo del Rey. La Edad Media, gracias a los privilegios pesqueros y del comercio y gracias también a un fuero propio otorgado por Alfonso VIII en 1210, fue la mejor época de San Vicente de la Barquera. La más próspera.



Vistas sobre el casco urbano de San Vicente, en este caso la calle Alta, desde el adarve del Castillo del Rey.

La bahía de San Vicente y el Puente de la Maza. Unas vistas únicas.

El Puente de la Barquera, con el barrio homónimo en el que se encuentra el puerto pesquero y la lonja del pescado.

Una gaviota posa en una de las almenas del Castillo del Rey con una lengua de tierra visible entre las aguas de la bahía al fondo.

Castillo del Rey. Entorno montañoso y verde.



La calle Alta, dejando atrás el Castillo del Rey.

La Casa del Mar.

Barco ornamental. Ya lo vimos antes desde otro punto de vista y en la más amplia magnitud de todo su conjunto.

Castillo del Rey y Marisma de Pombo, vistos al atardecer desde el Puente de la Barquera.

Ocaso sobre la Marisma de Pombo...

Lonja del Pescado de San Vicente de la Barquera.

Puente de la Barquera y Castillo del Rey, contemplados desde los alrededores de la Lonja del Pescado de San Vicente de la Barquera.

Lonja del Pescado.

Gaviotas aguardando el retorno de los barcos pesqueros en las instalaciones de la Lonja del Pescado.

En la carretera que sube hacia el faro de San Vicente de la Barquera y el barrio de Boria encontraremos esta Posada El Labrador.

Grandes vistas desde el entorno del faro de San Vicente de la Barquera sobre su bahía y sobre las playas de Merón.

Faro de San Vicente de la Barquera o faro de Punta Silla, una instalación moderna pero que en su concepción se remonta a los tiempos de Isabel II.

Punta Silla. Mar Cantábrico.

Vacas pastando en un prado cercano al Cantábrico. En la cima del cerro, restos de una vieja iglesia.

La carreterita que comunica con Boria o Prellezo se integra dentro de una propuesta senderista por los acantilados del parque natural de Oyambre que, todo hay que decirlo, no está en absoluto nada bien marcada.

Pasamos junto a la posada rural Punta Linera, que menuda ubicación tienen más privilegiada.

Caminando por la ruta de los acantilados...

Más vacas pastantes... pastos de primerísima.



Un sendero encajado entre linderos...



... y ahora un sendero "a pelo".

Volvemos hacia San Vicente de la Barquera por la carreterita local del barrio de Boria y más allá.

Inscripciones en griego junto a las instalaciones del faro. Al fondo se intuye una pobladísima playa del Merón.

Santuario de la Barquera. La morada de la patrona de San Vicente de la Barquera tiene una pequeña historia legendaria detrás.

Santuario de la Barquera, una capilla originalmente levantada en los siglos XV y XVI.

Santuario de la Barquera. Interior. Curiosa lámpara con forma de barco... que evoca la leyenda que recuerda que la talla se apareció un buen día en las costas del pueblo a bordo de una embarcación.



Vistas sobre el boscoso recinto del camping del Rosal (Y la playa homónima) desde los alrededores del santuario de la Barquera.