La Gaviota, la playa al otro lado de Isla Cristina a la que se llega por un puente (agosto de 2012)


Las costas más occidentales de Huelva son ciertamente peculiares. Desde Punta Umbría hasta la frontera con Portugal no son pocas las lenguas, brazos, atroches y rodeos que describen sus ríos y torrentes antes de verter al Atlántico. Un terreno de marismas e islitas lleno de recovecos para la pesca, el baño o la fauna y flora, según el grado de salvajismo del lugar en cuestión. El río Carreras, realmente ría, desova su carga en la zona de Isla Cristina, desperdigándose en una multitud de ramificaciones que se asemejan desde el aire a un irregular racimo. Una zona donde la subida y la bajada de las mareas cambia las perspectivas e influye en un entorno rico en monte bajo y matorral. Manda la ría. Pero es terreno de caños y aquí los que mandan son los Caños de la Cruz. Opuesta a estos últimos, la conocida como Punta Caimán es el remate con vistas al océano de tan enrevesado baluarte natural. Le acompaña, en la otra vertiente, la Punta del Moral.

En Punta Caimán se asienta Isla Cristina, uno de los iconos del turismo playero de la costa de Huelva y antigua colonia pesquera (esta actividad aún sigue siendo muy importante en la economía local) que acabó alcanzando el grado de municipio. No son pocos los onubenses, sevillanos y extremeños que cuentan aquí con una segunda residencia. En el verano la población sobrepasa con creces los casi 22.000 vecinos censados en 2011. Y sin embargo, salvar un simple puente de madera sobre uno de esos brazos de agua del Carrera y alcanzar la oronda lengua de tierra del otro lado supone una ruptura total con el ladrillo y el asfalto. El urbanismo, bien patente, quizá sí haya sido mucho menos agresivo que en otras latitudes. Las vistas del skyline desde la playa de La Gaviota no desasosiegan. Y todo este entramado no deja de asentarse en un paraje natural, el de las Marismas de Isla Cristina.

La de La Gaviota es una de las playas de la denominada Punta Caimán. Cuenta con más de un kilómetro y una anchura máxima de 75 metros. Arena densa, de esa que genera dunitas, lastra el caminar y lo embellece con un velo polvoso en cada zancada, de esa que se mezcla con algunas hierbas y compone montículos que nos evocan la cercana Doñana. El agua, tónica general de la zona, suele estar bien fresquita y no invita a los remolones. El sol, dándole la razón al topónimo lugareño de Costa de la Luz, refulge con una intensidad que parece adherirse, con un baño de oro, a los objetos y los seres vivos. El viento posiblemente sople fresco y atempere el picor del astro rey. Una combinación que seduce a familias y, cada vez más, también a los nudistas. En La Gaviota , cuyo nombre bebe de las colonias de esta ave que aquí se asientan durante durante el invierno, no falta el chiringuito, los viejos cambiadores y la bandera azul de rigor. Las vistas nos presenta las cercanas Isla Antilla y La Antilla, que suenan parecido y son parientes, aunque no la misma cosa. Al otro lado apenas se intuirá Isla Canela y la no muy lejana costa portuguesa. Y en todo momento, la luz. Cambiante. Mutante. Hasta proponen una ruta por las diferentes puestas de sol que se pueden contemplar por toda la zona. Y realmente son espectaculares ocasos. Otro más al zurrón.

Isla Cristina, antigua Real Isla de La Higuerita. Ubicación geográfica. Portugal queda a menos de una docena de kilómetros y Huelva capital a menos de 50. Toda esta zona costera onubense está dominada por los brazos de mar, los caños y la zona de marismas y expuesta a las subidas y bajadas de marea. Esta peculiar interacción medioambiental ha creado espacios naturales de gran valor ecológico. En el que nos ocupa hablamos de la Reserva Natural de las Marismas de Isla Cristina.

La playa de la Gaviota, uno de los iconos de la conocida como Punta Caimán. Un buen acceso, donde no resulta difícil aparcar, es el que nos lleva desde las proximidades de la Gran Vía de Isla Cristina y la avenida de Federico Silva Muñoz. Para alcanzar esta vía, si venimos desde la barriada de Pozo Camino, basta con seguir por la A-5150, atravesar el puente que salva las aguas de la ría de Carrera y llegar al casco urbano. Acabaremos encontrando las indicaciones.

De camino hacia la tranquila playa de la Gaviota. Terreno de marisma, monte bajo y matorral a la mínima que se deja atrás el urbanismo.

Una joven turista recobra fuerzas en el apartadero/descansadero que nos encontraremos de camino hacia La Gaviota justo antes de cruzar la emblemática pasarela de madera que salva las aguas del Carreras. En otras épocas del año no debe ser mal sitio para observar aves.

Atravesando el puente de madera, realmente pasarela peatonal con una veintena de pilares, camino de la playa de la Gaviota. La acción del agua se deja notar en los pilares, lo que comienza a exigir una reparación de tan ecológica infraestructura.

Vistas de la lengua de tierra que se extiende ante nosotros, desafiante ante el Atlántico y en la que se asienta la playa.

Otra vista del puente de madera, con una estética que se entremezcla entre la de las infraestructuras ferroviarias decimonónicas y la de los puertos de muchas localidades de la costa de Estados Unidos.

La modelación que ejerce la acción de las mareas ha creado multitud de espacios acuáticos. Aquí, visto desde el puente y protegida directamente de las aguas del océano, una pequeñísima ensenada cobra aires de laguna litoral.

Ya hemos cruzado. Al otro lado, Isla Cristina pueblo. Y (hacia la izquierda, especialmente fuera de campo) la playa de la Gola, que realmente es una playa de "interior".

Una playa muy tranquila.

Pequeños montículos de naturaleza dunar con el casco urbano de Isla Cristina al fondo en la lejanía, brazo del Carreras y pasarela de madera mediante.

Pisadas en la arena mojada.

Una concurriza zona en La Gaviota, justo después de un área reservada para la entrada y salida de piraguas, canoas y demás embarcaciones de ocio y recreo.

En el lado opuesto al océano Atlántico, el que mira hacia el puente de madera, también se asientan los bañistas. Aquí posiblemente, cosas de la falta de circulación, el agua pueda estar más estancada. ¡Es agua!

Vegetación marismeña.

Dunitas y bañistas.



Caminantes.

Un perro pasea durante el lento e intenso ocaso que se disfruta en esta playa. La Gaviota no prohíbe el paso o la estancia de los cánidos, al menos a fecha de esta visita.

¡Fútbol!

Accesos engalanados al La Isla Beach Club.

Zona de descanso del La Isla Beach Club,un local con mucho encanto y buena música.

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Hermoso e intenso ocaso junto al atípico Faro del Cantil, estructura de faro y utilidad como bloque de viviendas.