Por la toledana Sierra del Piélago desde El Real de San Vicente (febrero de 2014)


El Real de San Vicente. Ubicación geográfica de esta población de poco más de un millar de habitantes asentada en las estribaciones de la Sierra del Piélago o Sierra de San Vicente y que tiene su origen en el pueblo prerromano vetón y, más cerca de nuestros tiempos, en un campamento militar avanzado durante la Reconquista. Esta serranía, con sus techos por encima de los 1.300 metros, es una concentración orográfica a medio caballo entre el valle del Tajo y el valle del Tiétar. Aunque pertenece al Sistema Central, sin embargo está separada de él por el curso del río Tiétar. Preciosa zona de indudables evocaciones visuales más norteñas gracias a sus arbolados y sus pendientes... El fuego le dio celebridad a la zona por su violenta aparición en el mes de julio y en el de septiembre de 2012. Esta sierra esconde uno de los puertos de montaña de doble vertiente más chulos y plácidos para el cicloturismo: el Puerto del Piélago. No hay que perder de vista sus rampas desde Buenaventura y desde La Iglesuela, siempre con paso previo por Navamoncuende. [Mapas VíaMichelin]

El Real de San Vicente. Fuente de los Caños. Desde 1904 facilitando el suministro de líquido elemento a los locales. Hasta 1935 no contó el pueblo con suministro periódico y regular de agua corriente.

Antiguo lavadero junto al arroyo del Bonal, impetuoso curso acuoso que atraviesa el pueblo en su descenso desde la serranía.

Lavadero cubierto y viejo puente de piedra sobre las aguas del Bonal. El Real de San Vicente.

La carretera CM-5001 vertebra la población de El Real de San Vicente y la atraviesa de lado a lado. En función de dónde nos encontremos, la travesía se convertirá en la calle Rafael Sánchez y Enrique Magaña o en la calle Juan de Dios Díaz. La plaza de España marca el cambio. La salida de esta ruta, sirva como orientación, se encuentra a mano izquierda de esta imagen, justo donde está la fuente y el lavadero anteriormente vistos. No obstante, nosotros atravesamos el pueblo siguiendo inicialmente las pautas marcadas por Andrés Campos aquí. Por cierto, a la derecha... ¿Esa especie de mirador dónde quiere mirar?

La casa de la tía Joaquina o cómo sacar un garaje adaptándose a la orografía y el trazado de la calle. Casco urbano de El Real de San Vicente.

Callejero. Caminamos junto a la CM-5001.

Pintadas murales en una vieja vivienda (que hoy en día es bar de copas: Hay que dengue) de El Real de San Vicente, pueblo serrano pródigo en cuestas y rampas.

Lo más normal del mundo es encontrarte en un pueblo de Toledo un bar-churrería de nombre Geitehoeder... Calle Viriano de El Real de San Vicente.

Plaza de España. Atípica plazuela, más bien un ensanche de la CM-5001 en su travesía por el casco urbano. Esta plaza sirve de divisoria en términos de nomenclatura de callejero en lo referente a esta carretera que conecta Talavera de la Reina y el límite provincial entre toledo y Ávila. Con las banderas, el ayuntamiento. Y la izquierda, donde se intuye un toldo azul, el restaurante Casa Wimba. Ponen muy buenas tapas ahí; para tener en cuenta de cara al "postruta".

La plaza de España, bajo la lluvia de una mañana de febrero. Copiosa manera de caer el agua, sí...

"Rano busca rana", toda una declaración de principios en una pared de El Real de San Vicente. Bajamos por la calle Juan de Dios Díaz hacia las afueras del pueblo.

A la altura del número 48 de la calle Juan de Dios Díaz abandonamos la CM-5001 para coger una pista cementada descendente.

El Bonal, que nace en las cumbres de El Piélago y baja cargadísmo con estas últimas lluvias, escolta el casco urbano de El Real de San Vicente y poco después, integrándose en otro curso fluvial, forma el arroyo de las Cañadillas, primero; el Saucedoso, después; y finalmente desemboca en el río Alberche.



El Real de San Vicente, uno de esos pueblos de interior que no destaca especialmente por la belleza estética de sus trazas, si no por la anarquía de un casco urbano moldeado por su ubicación geográfica serrana. A la izquierda, el Cerro Cabeza de Oso. Dicen que en su cima hay restos monumentales de origen celta.

Una serie de flechas pintadas sobre el firme cementado de esta zona de parcelas y chalets desperdigados nos indicará el camino a seguir. Hay varias rutitas que subirían hacia la sierra por senderos y trochas bastante sucias y llenas de maleza y a estas alturas se echan de menos más indicaciones y pintadas para evitar extravíos.

El Real de San Vicente.

Afrontamos una primera parte de subida marcada por la referencia del Cabezo o Risco Hituero (uno de los picos que rodea el pueblo) donde las viviendas con parcelas se alternan con las pequeñas explotaciones agrícolas de huerto y olivar.

El Real de San Vicente.

Nos incorporamos a la ruta balizada a la que nos referíamos al principio y que parte desde la Fuente de los Caños.

Ganando rapidísimamente altura a través de una pista cementada de gran desnivel. La ruta de montaña principal es la que une El Real de San Vicente con Navamorcuende a través del puerto del Piélago o de San Vicente, una ruta de unos seis kilómetros y pendientes medias en torno al 6%. En muchos menos kilómetros esta pista, cementada en un buen trecho, salva muchísimo desnivel antes de llegar a la cima del puerto.

Nuestra ruta está tomada por el agua. Auténticos arroyos toman el camino periódicamente. Una zona muy rica en agua y fuentes, sin duda.

Paisajes otoñales de evocación mucho más nórdica (en términos peninsulares y geográficos, claro).

Ascendiendo por la Sierra de San Vicente o El Piélago.

Castañares y robledales en pequeñas explotaciones parcelarias no muy lejanas al casco urbano de El Real de San Vicente...

Estampas paisajísticas muy agradables para la retina.

Una mezcla entre pilar y bañera con claros usos como abrevadero.

Una ruta que, por qué no, en algún momento recuerda a zonas montañosas de Galicia, Asturias o Cantabria.

En pleno esfuerzo, disfrutando del frescor matutino...



Concentraciones pétreas tomadas por el musgos... Estamos en una vertiente sureste que más bien está enfocada al este en los instantes de tomar la fotografía.

Pequeño prado montañero...

Comienzan a aparecer algunos pinos, vecinos de los más extendidos castaños y robles. En las ramas de un magnífico ejemplar, una araña ha tejido este espectacular nido.

Albergue de Fuente Fría, de El Real de San Vicente. Ubicado en las faldas de la Sierra del Piélago, atenazado por un cruce de caminos históricos que englobados por ese concepto de la Senda Viriato ascienden hacia la cima del puerto.

Otra vista de las instalaciones del Albergue de Fuente Fría.



Bifurcación en la Sierra de San Vicente. Al fondo, el Cerro Cabeza de Oso, poseedor en sus piedras de pinturas rupestres de origen vetón.

Castañares desnudos sobre un manto ocre.

Cae la niebla y no podemos ver un entorno que a estas alturas ya comienza a mostrar alguna consecuencia de recientes incendios...

Robles y pinos en la Sierra de San Vicente.

Dos senderistas caminan junto al pequeño vallezuelo horadado por el curso del Torrente del Bonal.

El Bonal. Precioso rincón de esta serranía.

Un gran árbol junto al camino ha visto cómo una de sus ramas más grandes ha quebrado.



Esa deseable mezcla entre naturaleza y actividad agrícola y ganadera sostenible y responsable...

Espectaculares y privilegiadas vistas sobre las llanuras toledanas próximas a Talavera de la Reina. Lástima que el día no acompañe...

Un senderista camina por la Sierra de San Vicente.

Un par de senderistas conversan durante una excursión por la Sierra del Piélago.



La pista se encajona en una ladera y sigue ganando altura rapidamente. Ahora las explotaciones agrícolas han dado paso a un bosque de castaños y robles.

El camino se estrecha un poco a estas alturas, bastante por encima de los 1.000 metros sobre el nivel del mar.

Árboles desnudos junto al camino que asciende hasta El Piélago.



Bosques serranos que no pueden ocultar la negrura de incendios todavía demasiados recientes...

Una zona ciertamente hermosa; e insistimos, evoca a latitudes más asturianas.

Última parte de la subida por la pista. La carretera nos acompaña unos metros más arriba a nuestra derecha. Una gran rampa es negociada por una doble curva. Caminar cuesta mucho. Es realmente exigente este punto.

Carretera TO-9045V que une El Real de San Vicente y Navamorcuende a través del Puerto del Piélago o de San Vicente. Esta serranía tiene su techo en poco más de 1.300 metros y la carretera corona la montaña a poco más de 1.200 metros.

Sierra de San Vicente o Sierra del Piélago. Tierras de Toledo. Castilla La Mancha. Cerca, o no muy lejos, de Talavera de la Reina. Así serían las vistas en un día soleado y sin nubes...

... y así nos acercaríamos a la cumbre de este paso de montaña muy chulo. Esto iríamos viendo en nuestro horizonte... Un pico de 1.322 metros.

El Piélago cansa, pero es muy agradable.

Puerto del Piélago. Cima. Una pintada anima a Josu. ¿Será acaso a Josu Mondelo, el exciclista y fotógrafo?

Unos senderistas observan un descuidado y desvencijado cartel elaborado con cerámica (muy típica de Talavera de la Reina, por cierto) que nos recuerda de qué va eso de la Senda Viriato y qué se puede contemplar en estas montañas.

Sierra del Piélago. Los pagos de Viriato y sus tropas contra los invasores romanos... Para Roma, la Sierra de San Vicente era el Monte de Venus. Y con tan femenina denominación le conocía.

Bajamos unos metros junto a la carretera para rápidamente llegar a los alrededores del Convento del Piélago, una obra del siglo XVII que en su mayoría se encuentra en estado ruinoso por culpa, dicen, de las Guerras Carlistas. Cerrado al público, ubicado a unos 1.150 metros de altitud, este convento carmelita tiene a su lado un espacio de ocio estival infantil y juvenil: Campamento El Piélago.

Boscosos alrededores del convento del Piélago.





Ruinas del Real Convento Carmelitano del Desierto del Piélago, pues tal es su nombre correcto y completo. Jesús Ángel Sánchez Rivera habla en este artículo de la importancia que tuvo su biblioteca o de su riqueza en imaginería hoy en día repartida por la zona. Fue un lugar importante, sin duda, que contó con pozos de nieve y comerció con otras latitudes. El enclave, desde luego, es soberbio. Y el tiempo, que no acompaña, nos impide seguir nuestro periplo hacia la cumbre del Pico San Vicente y sus numerosos restos arqueológicos.