Parque del Retiro de Madrid, el pulmón verde que todos adoran (junio 2013, septiembre 2013)


No existen estadísticas oficiales, porque en esta ciudad los números turísticos que interesan son más globales, como el número de visitantes extranjeros que vienen cada año (sentimos curiosidad por ver cómo elaboran estos datos en base a datos aeroportuarios y reservas hoteleras) o la cantidad que degusta sus museos y pinacotecas, con El Prado al frente (fácilmente medible por las entradas). Pero nos atrevemos a defender que El Retiro, el céntrico pulmón verde capitalino, es uno de los tres espacios más visitados de la ciudad por los foráneos. Un espacio lleno de microespacios. Un mundo lleno de micromundos.

Y es que los vestigios de esta vieja finca de recreo real, un encorsetamiento a lo que era una dehesa como lo puede ser la Casa de Campo, aunque más reducida, no tiene que envidiarle nada a ninguno de los emblemáticos espacios verdes de las grandes ciudades del mundo. Puede que el Central Park de Nueva York, el Bitsevsky de Moscú, El Vigeland de Oslo, el Stanley de Vancouver, el Bosque de Boulogne de París, el Phoenix Park de Dublín, el Tiergarten de Berlín o el Hyde Park de Londres sean más grandes o más mediáticos, pero El Retiro no se queda atrás en cuanto a encanto. Madrid tiene la batalla perdida en cuanto a su río, con más consideración folclórica que relevancia geográfica (bueno, en su nacimiento y en su curso alto es de una belleza sobrecogedora). Pero, partiendo de la premisa de que no hay urbe sin su parque emblemático, de zonas verdes anda sobrada. Y el Retiro, con permiso de la Casa de Campo, El Pardo o El Capricho, es todo un reclamo.

Los extranjeros, decimos, flipan con un Retiro del que las guías aportan datos superficiales. La mejor y más completa información sin duda está en castellano y en webs de perfil más histórico que turístico. Es información más para el consumo nacional que foráneo, aunque esté al alcance de los motores de búsqueda de los principales buscadores de Internet. En sus 118 hectáreas de jardines, caminos y sendas pródigas en densas bóvedas vegetales descubren un lugar mágico para el relax y el descanso, sombras frescas y ajetreos ociosos al ritmo de espectáculos callejeros, ventas ambulantes varias y también, periódicamente, acontecimientos varios que van desde la prueba atlática popular hasta la feria del libro anual que es la más importante de todas las que se organizan en España.

Esto es posible porque El Retiro es un totum revolutum. O al menos como tal ha sido tratado por el ayuntamiento desde que se hizo con su gestión en 1841, lo bautizó como Parque de Madrid a secas y lo abrió al público en general, un imposible hasta entonces por su motivación elitista. Cualquier escultura urbana u ornamento que perdiera su ubicación o no tuviera una muy definida, podría encontrarla aquí. De tal forma que el patrimonio ideado per se para las necesidades o caprichos reales se mezcla con los añadidos. Y entre estos, qué cosas, figuran hasta los restos de una ermita romanica de Ávila. Fueron puestos aquí a finales del XIX, pero pasan por ser de los vestigios más viejos de la ciudad en toda una pregunta trampa para el Trivial.

Tampoco es que la historia de El Retiro pueda remontarse mucho más allá de los albores del siglo XIX, porque estas viejas tierras de labor que formaban parte del cercano Monasterio de San Jerónimo (hoy parte de El Prado) y que fueron adquiridas por el conde duque de Olivares en 1630 para darle a la corte madrileña, la misma que residía en una de las consideradas “cortes más sucías del mundo”, un espacio para su esparcimiento y recreo, esas mismas tierras, fueron arrasadas en la Guerra de la Independencia. Cuentan que apenas sobrevivió un árbol. El Retiro, elitista y sencillo al mismo tiempo, no tan antiguamente abierto al tráfico y expuesto a las etapas capitalinas de la Vuelta a españa, es inclasificable. Lleno de matices y curiosidades. Incluso alguna de tinte desgraciadamente trágico, como el Bosque del Recuerdo de de los Ausentes. Porque hay tantos Retiros como visitantes. Pero una cosa está clara: no hay que perdérselo. ¡Qué es gratis!

Parque del Retiro de Madrid, también conocidos como Jardines del Retiro. Ubicación geográfica aproximada de este ilustre espacio verde de la capital de España de 118 hectáreas, el más importante de lo que es la zona céntrica... porque la Casa de Campo, el Juan Carlos I o el Capricho miran más hacia las afueras. Estos jardines son mucho más que eso. Sus instalaciones acogen salidas y finales de carreras populares, si no ya del Maratón de Madrid, y también clásicos como la Feria del Libro de Madrid. Sus cuidados tramos de césped o sus terrazas son muy frecuentadas por parejas, pandillas y familias. Y su ramales, por corredores, ciclistas y patinadores. En su interior hay instalaciones deportivas, vestigios arquitectónicos, salas de exposiciones y salas de fiesta. En El Retiro, un parque vivo que ha ido incorporando esculturas, actuaciones concretas o espacios especiales, no resulta extraño encontrar numerosos extranjeros. Y es que El Retiro es un espacio indispensable en las guías turísticas. [Mapa VíaMichelin].

Accesos a El Retiro desde la confluencia entre la llamada Cuesta Moyano y la calle Alfonso XII: la puerta del Ángel Caído (terrible puñeta para muchas carreras populares que ingresan al parque por aquí). Hay que señalar, ahora que mencionamos un acceso, que el parque se cierra por la noche: a las 22.00 horas en invierno y a las 24.00 en verano.

Una edificación vecina de El Retiro y que forma parte del neoclásico Real Observatorio de Madrid, asentado en lo alto del llamado Cerrillo de San Blas.

La cúpula que preside el Real Observatorio de Madrid, en un cerrillo de San Blas tomado por la vegetación.

Todos los paseos asfaltados reciben su propio nombre como si de una calle más. Ascendente desde la Cuesta Moyano, rampa muy concurrida por los ciclistas y los patinadores, estamos caminando por el Paseo Fernán González, que desemboca en la glorieta del Ángel Caído.

El Paseo Fernández González, siempre con mucha presencia humana.

Llegamos a la glorieta del Ángel Caído. Es curioso como el diablo ha aparecido en la iconografía occidental como reflejo del mal camino, pero en la ciudad de Madrid tiene un monumento. El Monumento del Ángel Caído o Fuente del Ángel Caído, genial obra de Ricardo Bellver sobre un pedestal de Francisco Jareño, a buen seguro que es de los pocos monumentos que le dedican a este personaje bíblico en todo el mundo.

La fuente del Ángel Caído se instaló allí donde en otro tiempo existió una fábrica de porcelanas que fue destrozada durante la invasión napoleónica a la Península. Dicen que la escultura se encuentra exactamente a 666 metros sobre el nivel del mar, lo que redondea la gracia del asunto para algunos seguidores del lado oscuro. Durante un par de décadas atraía a sectas satánicas y otras agrupaciones del estilo, lo que obligó a desplegar dispositivos de seguridad y a cuestionarse por la continuidad de la obra en su ubicación de El Retiro.

Preciosa escultura la de Ricardo Bellver. A sus pies se reúnen muchísimos patinadores de todos los niveles.

Paseo del pintor Julio Romero de Torres, el que pintó a la mujer morena...

Las copas de los pinos carrascos y canarios se entrelazan a una altura bastante considerable.

Los puestos de la Feria del Libro de 2013 en el siempre concurrido Paseo de Fernán Núñez.

Una pareja lee la contraportada de un libro, interesandose por esa obra. ¿Comprarían?

La "gran avenida" central del Parque del Retiro que comparten festejos, carreras atléticas y maratones populares, patinadores, paseantes, ciclistas, deportistas... el paseo Fernán González, antiguo paseo de carruajes.

Uno de los iconos de El Retiro, y de Madrid, es el Palacio de Cristal. Uno de los mejores exponentes españoles, y desde luego el que más encanto tiene por el entorno, de la arquitectura en hierro y cristal que proliferó a finales del siglo XIX. A nadie se le va a descubrir nada si se recuerda que el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco se inspiró en el Crystal Palace de Londres.

El Palacio de Cristal de El Retiro. El estanquito ubicado delante tiene su áquel: resulta que en 1887, en el marco de una enorme exposición sobre Filipinas, acogió muchísimas especies vegetales de esta procedencia geográfica. Las plantas necesitan un ambiente húmedo. Y este estanque, además de otros sistemas de riego, eran los encargados de tal misión.

Palacio de Cristal. Este edificio, visitable de manera gratuita, acoge de vez en cuando muestras temporales del Museo Reina Sofía.

Palacio de Cristal.



Palacio de Cristal. Exterior.

Palacio de Cristal. Otra vista del exterior

Palacio de Velázquez. Esta instalación fue construida para ser el pabellón central de la Exposición Nacional de Minería, Artes Metalúrgicas, Cerámica, Cristalería y Aguas Minerales entre mayo y noviembre de 1883. Inspirado en el Crystal Palace Londres y buen ejemplo de los estilos historistas que mezclan nuevos y viejos materiales constructivos (cristal y hierro con ladrillo y azulejo), su nombre obedece a su arquitecto principal (que no único): el burgalés Ricardo Velázquez Bosco.

La Armada española contó entre sus embarcaciones a mediados del siglo XIX con una fragata llamada Villa de Madrid y cuando ésta paso a mejor vida el ancla le fue entregada a la capital. El ayuntamiento quiso crear un homenaje a la mar con vistas al estanque de El Retiro, la gran superficie de agua del parque.

El estanque del Retiro, célebre por su alquiler de barcas. Esta superficie acuosa no está exáctamente como cuando se inauguró el parque para el disfrute de la familia real de los Austrias y las familias cortesanas, pero ya estaba por entonces. Y hablamos de 1631. Más concretamente la Noche de San Juan de aquel año.

Un enorme árbol que parece beber del estanque.

Turistas y paseantes toman el sol un día de primavera en las cercanías del estanque del Retiro.

Monumento a Alfonso XII. De las Cortes españolas, suponemos que motivada por su cercana muerte, nació la idea de construirle un monumento a Alfonso XII, el monarca de la restauración borbónica en 1875. La idea, que caló, no se movió con firmeza hasta 1901, casi con Alfonso XIII mayor de edad. El catalán José Grasses Riera, concurso público mediante, fue el encargado de sustituir un antiguo embarcadero de los tiempos de Fernando VII, por el primer monumento dedicado a la patria encarnada en Alfonso XII, para el que proponían el apelativo de El pacificador.

El monumento a Alfonso XII, con la escultura central sobre el marco majestuoso de una columnata semicircular de grandes dimesiones. Estamos hablando de un momumento de casi 90 metros de largo y 30 de altura máxima. Las obras comenzaron en 1902 y se extendieron hasta 1922, nada menos. La cuestión económica afectó al buen desarrollo de los trabajos.

Detalle del monumento a Alfonso XII. Hasta veinte escultores se involucraron en la factura de todo el conjunto.

Esculturas en el monumento a Alfonso XII.

Vistas sobre el estanque. Unos leones presiden la panorámica.

Unos visitantes se acercan con su barca al monumento de Alfonso XII, que tiene una escalinata que desciende hasta el nivel de las aguas.

La escultura de Alfonso XII, obra del escultor valenciano Mariano Benlliure.

La columnata del conjunto monumental seduce a muchos visitantes a hacerse fotos inolvidables dándole igual el ejemplo que dan y alimentan.

Una de las esculturas que adornan la cara interna de la columnata y que son: Las ciencias, La agricultura, Las artes y La industria.

Las esculturas "el ejército" y "la marina" escoltan el acceso a la columnata por este punto del conjunto monumental.

El monumento a Alfonso XII, uno de los lugares más visitados por los turistas extranjeros.

La escultura ecuestre moldeada por Mariano Benlliure, vista a través de la columnata que rodea la misma.

Operarios del parque controlan la salida y llegada de barcas en las aguas del estanque.

El Retiro alberga multitud de monumentos, esculturas, orlas, estelas y demás de carácter conmemorativo. En este sentido es un totum revolutum donde todo cabe. ¿Qué quitamos algo de una calle o una plaza? Pues al Retiro. ¿Qué no sabemos dónde ponerlo? Pues al Retiro. Esa ha sido la actitud durante décadas. Estamos aquí, dentro de la rotonda de Panamá creada en 1978, ante un monumento en recuerdo a Justo Arosemena, un panameño nacido en 1817 cuando Panamá era parte de Colombia aún que ha sido reconocido como uno de los padres del Estado de Panamá.

Un rinconcito del Retiro por estas latitudes: pequeño estaque-fuente rodeado de flores.

Puerta de la Reina Mercedes, acceso al retiro desde la calle Menéndez Pelayo a la altura de Ibiza.

Al valenciano (nacido en Xátiva cuando Xátiva no era conocida como tal) Francisco de Paula Martí Mora, uno de los grandes impulsores de la taquigrafía española y fallecido en Lisboa donde había acudido por cuestiones de salud.

Monumento a Cuba, una obra de Miguel Blay iniciada en 1931 que no se acabó hasta bien entrada la década de los años cincuenta del siglo XX y que quería agradecer la creación de un monumento en honor a España duranta la Cuba aún prerrevolucionaria.

Monumento al compositor alicantino Ruperto Chapí. No es la obra original, ya que Eduado Capa fraguó en bronce una obra anterior en piedra arenisca de Julio Antonio Rodríguez Hernández que estaba en muy mal estado de conservación por la acción de los elementos.

Las alturas de la Torre de Valencia, vista sobre las altas copas de los árboles.

Monumento a fray Pedro Ponce de León, pionero de la actividad pedagógica; una escultura de 1920 de Manuel Iglesias Recio.

Frescas y frondosas sombras en el Retiro, grandes alicientes para el turisteo cuando el calor aprieta en la Villa y Corte.

Uno de los rincones más buscados, fotografiados y degustados del Retiro es éste: la Casita del Pescador. Según los cánones europeos, con Inglaterra y Francia al frente, era muy habitual que la realeza dispusiera de pabellones donde encontrar hospedaje o acomodo en sus jornadas camperas de índole pesquera. En Madrid estos pabellones eran más coquetos y sencillos, por lo que recibían el nombre de "caprichos". Había varias en el Retiro. La Casita del Pescador pertenece a los albores del siglo XIX, cuando el ínclito Fernando VII, uno de los monarcas más nauseabundos de la historia de este país, decidió acotar parte del parque para uso exclusivo y privado de su familia y la corte.



La Casita del Pescador, privilegiada ubicación en este pequeño estanque. Antes lo desconocemos pero ahora mismo pescar ahí, poco poco.

¿Unas ruinas románicas en Madrid? Sí, las de la conocida como iglesia de San Isidoro. Iglesia del siglo XI, la de San Pelayo de Ávila cambió su nombre cuando el santo sevillano se hospedó en su interior durante el medievo. La ciudad de Ávila, en cuyo extrarradio se encontraba San Pelayo, le regaló a la de Madrid (realmente pagó 18.000 pesestas de la época) los restos en enero de 1896. Y Madrid, apenas dos meses después tras unas dudas iniciales, le encontró una posible ubicación: el Retiro.

Restos del ábside de San Isidoro/San Pelayo, uno de los elementos que mejor se conservan. Todos los restos fueron restaurados en 1999, pero siguen muy expuestos al vandalismo y la vejación en una ciudad donde los que respetan poco o nada el patrimonio lo manifiestan en cuanto pueden.

Restos de San Isidoro. Otras fuentes apuntan a que fueron adquiridos por un particular para instalarlos en el Museo Arqueológico y que la Real Academia de Bellas Artes dijo "tururú".

Parte inferior de la Montaña Artificial, o de los Gatos. Una elevación del terreno que en su interior contiene un espacio para uso y disfrute recreativo de la corte (en su momento). El promotor, para su jardín privado, fue Fernando VII. No hay que dejar de recordar la nefasta actitud y aptitud de este déspota monarca Borbón que gestó o consolidó muchos de los problemas de España.

A la Montaña Artificial, de la que se aprecia su zigzagueante ascenso escalonado y parte de la vetegación que la recubría, también la conocían como El tintero por su forma vista desde lejos.

Uno de los accesos más monumentales del Retiro y sin embargo no de los más viejos (pues data de 1900): la Puerta de Madrid.

Puerta de Madrid, un gran acceso para carros y peatones... Y coches. El Retiro estuvo abierto a la circulación durante muchos años, pero acabó siendo prohibido el acceso del tráfico rodado a comienzo de la década de los años 80. ¿Ecologismo? No, radicalismo: la falta de aparcamiento y los caos que generaba motivó esta decisión... Está claro que con el cambio ganó todo el mundo.

Caminando por un camino que transcurre paralelo a la calle Alcalá.

Una vieja fuente sin agua, ubicada en las cercanías de la Casa de Vacas. La Fuente de la Salud.

Unos leen, otros pasean, otros tontean... Así es El Retiro.

El templete musical, último exponente de una zona de recreo mucho más amplia que originalmente se encontraba en los terrenos donde hoy está el Palacio de Telecomunicaciones, actual sede del ayuntamiento. Instalado en 1905 por voluntad de un arrendatario que organizaba bailes privados, desde 1920 la banda municipal de música toca aquí de vez en cuando.

Casa de Vacas (oficialmente Casa Reservada del Real Sitio del Buen Retiro), otro viejo pabellón con usos reales que hoy en día es un centro cultural con espacio para exposiciones, teatro... El nombre de Casa de Vacas procede de los ejemplares vacunos que ordeñaban las infantas hijas de Fernando VII a modo de juego. No es el edificio original, ya que con los años acabó acogiendo una sala de fiestas que ardió en 1983.

Un arroyuelo alimentado con sobrantes del estanque recorre, con bastante poca prisa, esta parte del Parque de El Retiro: la ría artificial.

La fuente de los Galápagos, en la plaza de Nicaragua. Esta fuente del siglo XIX estaba originalmente instalada en la Red de San Luis, pero acabó en El Retiro en 1879 tras unos años previos en la plaza de Santa Ana.

El llamado Paseo Colombia, escoltado por esbeltísimos árboles de fresca sombra.

La fuente de los Galápagos, con la Puerta de Alcalá al fondo.

La Fuente de los Galápagos.

Detalle de la Fuente.

La Puerta de Alcalá, al fondo.



Los chicos del Cabaret Ovejuno, unos titiretos que incluyen diferentes músicas (la chanson francesa de Edith Piaf, el reggae pop de Big Mountain, un himno de John Lennon, los ritmos caribeños de Celia Cruz y por qué no algo de Nirvana, como en la foto) un espectáculo donde mezclan sus muñecos de estética ovejera con actuaciones musicales.



Una tela de araña añeja.

Puerta de Independencia, un proyecto de José de Urioste de 1885 que reutilizó las puertas de acceso a una finca de recreo que poseía una esposa de Fernando VII en la actual zona de la calle Embajadores.

Cuidadisimos jardines con un pequeño estanque en medio.

La Puerta de Alcalá, símbolo de Madrid, vista desde la Puerta de Independecia del Retiro.



Flores ornamentales de colores variados.

Una amplia y cuidada avenida vegetal nos lleva desde la plaza de Indepencia, Puerta de la Independencia mediante, hasta la Fuente de los Galápagos y el estanque principal del Retiro.



Un par de turistas leen sus guías en busca de más información sobre el Retiro con la siempre seductora presencia en el horizonte del Monumento a Alfonso XII. Desde este lado resuenan, o resonaban porque ya no les dejan tocar, los ecos de los timbales que se reúnen en sus graderíos.



Un espectáculo callejero en El Retiro. La gente se busca la vida como puede y en el Paseo del Salón, donde saben que pasa mucha gente en busca de la foto del estanque con el monumento de fondo, se improvisa un mercado de recuerdos, artesanías y artistas callejeros.

Espectáculo de títeres para niño que cobran la voluntad... Este concretamente pedía un euro. Tarifa plana. Suerte, colega.

Top-manta interruptus ante la mirada de un muñeco de Winnie the pooh.

Palomas resacosas... tomando el sol en la barandilla que separa el estanque de los alrededores.

Una antigua calzada empedrada casi paralela al estanque del Retiro.

El monumento a Alfonso XII. Desde lejos, desde el Paseo Salón del Estanque, es más hermoso. Una vista así quieren estimular para las pruebas de voley-playa de las candidaturas olímpicas de Madrid, que se hubieran disputado sobre lo que es el estanque.

Turistas y visitantes disfrutando de la navegación sobre unas aguas un tanto sucias en las que las carpas se agolpan unas con otras en busca de cualquier mijita de pan que tiren...



Parte alta de la queridísima fuente de la Alcachofa, una obra de Ventura Rodríguez y su ubicación original estaba en Atocha. En el Retiro desde 1880. Eso sí, con las sucesivas remodelaciones de la zona de Atocha con los años se acabó instalando una reproducción. Ahora encontramos la original en la plaza de Honduras, muy cerca de la fuente de los Galápagos.

El escudo de Madrid, en la Alcachofa.

Ocaso madrileño, uno de los regalos con los que nos sorprende El Retiro.

Unas chicas caminan por Paseo Paraguay del Retiro en dirección a la salida del Casón del Buen Retiro, actual edificio del Museo del Prado y antigua instalación de un recinto palaciego más ostentoso que los Austrias poseían en las cercanías de su espacio de recreo... Claro, el Alcázar (lo que hoy es el Palacio Real de la Plaza de Oriente) les cogía tan lejos...

En este punto, unos jardines muy esmerados con mirador incluido: los del Parterre.

Bajo el mirador, una fuente ornamental.

Vistas sobre el entorno en El Parterre.

Monumento a Jacinto Benavente, obra de Víctor Macho. Esta escultura nació como iniciativa de un periódico para honrar el recuerdo del que fue premio Nóbel de Literatura español. No se inauguraría hasta abril de 1962.

El Parterre.

Una fuentecilla cumple con su cometido de escupir agua con cierta alegría.

Caminando hacia la Puerta de Felipe IV para abandonar El Retiro.

Puerta de Felipe IV o de Mariana de Neoburgo. Detalle ornamental de esta puerta majestuosa que se ubicó durante mucho tiempo en lo que hoy es la plaza de Cánovas del Castillo, pues hasta allí se extendía El Retiro.

El Casón del Buen Retiro, visto desde la Puerta de Felipe IV.

La Puerta de Felipe IV, vista desde la calle Alfonso XII.