De los canales y el museo con un Greco en el Bikan Area de Kurashiki (febrero de 2012)


No son pocas las ciudades con canales que existen en el orbe y quizá la estilosa Venecia y la mestiza Ámsterdam sean las dos abanderadas en lo que a esta ingeniería se refiere. Pero en otros lugares del mundo, más modestos, pero no menos hermosos por lo que puede ofrecer el entorno, también presumen de canales. O de canal. Es el caso de Kurashiki, ciudad industrial japonesa ubicada en la prefectura de Okayama, cuyo esplendoroso centro es todo un reclamo por el pequeño canal que lo vertebra. Meca de la industria textil (el pantalón vaquero o los uniformes laborales son dos de sus productos más afamados) y también de la agroalimentaria, el barrio más añejo de Kurashiki ha evolucionado hacia la excelencia turística gracias a su carácter pintoresco, un endemismo manado del comercio de centurias que ha configurado unos hábitos constructivos propios. Estamos en el Bikan Area. Tal es el nombre del barrio en cuestión y a él hemos llegado procedentes de la isla de Miyajima. Antes de seguir el viaje hacia Okayama, donde conoceremos el Korakuen Garden, hacemos noche en el Kurashiki Kokusai Hotel, cuyos techos de las salas comunes están decoradas con frescos de artistas japoneses.

El Bikan concentra varias manzanas de particular fisonomía: casas de dos alturas, con una planta a nivel de calle más amplia y otra superior más modesta, tejados a dos aguas con los aleros decorados con motivos simbólicos, mucha madera en cercos, molduras y pilares y mucha más presencia aún para el color blanco. El pigmento de la nieve aparece a la mínima que tiene la oportunidad y el contraste con la nieve invernal o el tono de las hojas del almedro tiene que resultan intrigadamente embriagador. O bucólico. Los colectivos comerciantes asentados en el Bikan Area aprovechaban el canal, el Kurashiki river, para distribuir las mercancías entre sus almacenes, ubicados en las partes bajas de sus casas. Nos comentaban además que el de Kurashiki fue uno de los enclaves pioneros en las relaciones comerciales con occidente, artículadas con holandeses y portugueses siglos atrás. De todo ese ajetreo queda el testimonio de un callejero que hoy en día está ocupado por nuevos negocios más propicios para satisfacer el ingente turismo interior nipón que visita la plaza. A saber, mucha gente mayor, mucha parejita y también muchos grupos de estudiantes que se inmortalizan con el típico gesto de la victoria.

Uno de los comerciantes con más lustre de la ciudad, de apellido Ohara, mandamás en la principal empresa textil, le regaló a la urbe otro de sus iconos, y posiblemente también el más fascinante: un museo. Magosaburo Ohara fue el mecenas de Torajiro Kojima, un pintor japonés que gracias al apoyo de su sufragante viajó en tres ocasiones a Europa en el primer tercio del siglo XX. En sus periplos adquirió diversas obras y fue alimentado un fondo pictórico y escultórico que resultaría la génesis de la actual pinacoteca. Cuando falleció Kojima, en 1929, el señor Ohara decidió honrar su memoria impulsado la creación del museo, que abriría sus puertas en 1930 y no sólo se convertiría en la primera pinacoteca de Japón dedicada al arte occidental, sino también en una de las más importantes de gestión privada. En el nuevo Ohara Museum quedaban expuestas obras de Toulousse Lautrec, Fautrier, Monet,… y varios guiños a la cultura española más allá de las obras de Miró y Picasso: un paisaje de Segovia (su catedral resplandece) firmado por Charles Cottet, y La Anunciación de El Greco. Ésta última obra es, para entendernos, la Mona Lisa particular del Ohara Museum, la excepción a tanto arte moderno: reside en una sala autónoma y los rectores no se cansan de cantar sus bondades. Incluso inspira el nombre de algunos negocios próximos. “¡Oh, El Greco!”, exclaman los lugareños al llegar a su altura. Y este testimonio es tan textual como real. Con los años, el Ohara abriría anexos para darle presencia a su fondo de arte egipcio y voz a muchos autores japoneses, más desconocidos en el Viejo Continente, como Sakamoto Hanjiro, Nakamura Tsune, Kishida Ryusei, Fujishima Takeji, Aoki Shigeru, Yorozu Tetsugoro y tantos otros.

Otro de los encantos del Bikan Area llega cuando cae la noche. Varias localizaciones seleccionadas protagonizan espectáculos de sombras chinescas, siluetas y luces que narran episodios históricos o relatan viejas leyendas. Sus calles, pobladas, nunca llegan a ser agobiantes. Éste es, en suma, un ávido encadenamiento de paseos por un tesoro menos conocido de los que nos esperan en el país del sol naciente.

La urbe de Kurashiki. Mapa de ubicación geográfica dentro de la prefectura de Okayama y relativamente cerca de esta otra gran ciudad de hermoso parque. Kurashiki es la segunda urbe de esta prefectura y entre todos sus distritos engloban a 470.000 pobladores.

La estación del tren bala se encuentra algo alejada y a las afueras. Vamos de camino hacia el Bikan Area...

... Y de golpe se pone a nevar copiosamente. ¡Qué variable es el clima en Japón!

Establecimientos comerciales en las afueras.

Tres pequeños vehículos permanecen aparcados en los exteriores de un restaurante. Este tipo de coche, compacto y de dimensiones reducidas, en muy típico de Japón. Allí se les conoce kei car, denominación acuñada fiscalmente y relacionada con sus prestaciones más ecológicas y económicas. Todas las marcas tienen varios modelos compitiendo en este segmento. Desde 1949 han ido creciendo la longitud y la anchura de sus diseños. Desde 1998 está limitada a 3,4 metros de largo y menos un metro y medio de ancho.

Menú típico japonés en el restaurante RAN alt.sushi de Kurashiki.

Después del almuerzo (por cierto, a las 12.00, hora local, que serían ocho horas más en España), rumbo al centro de Kurashiki para flipar con el Bikan Area. Estas primeras casas son un entremés de lo que nos espera.

Detalles de las típicas viviendas que encontraremos en el Bikan Area, famoso por la gran presencia del color blanco.

El Bikan Area es un barrio con una fisonomía característica labrada por la prosperidad histórica de su comercio, patente en el período Edo (siglos XVII-XIX). Los "empresarios" residían en las mismas casas en las que instalaban sus almacenes, lo que configuró un modelo de vivienda de dos plantas con una inferior concebida para labores de logística y una superior de residencia.

Lujosa vivienda con un gran patio interior ajardinado, una de las primeras que nos toparemos de camino hasta la zona del canal, la más pintoresca y emblemática.

Un par de cisnes viven como reyes en el canal principal que atraviesa el Bikan Area, la antiquísima zona comercial de esta ciudad.

Turistas sobre el puente Imabashi.

Una vista sobre el canal principal de Kurashiki, actual reclamo turístico y antiguo medio para repartir las mercancías entre los diferentes almacenes, desde el puente Imabashi.

Unos turistas disfrutan del pequeño crucero de 20 minutillos por el canal (adultos: 300 yenes; niños: 150 yenes) a la altura de la Ohara House (izda, de blanco), la Yurinso Villa (derecha; la casa que se conoce como The Green Palace y que ordenó construir Masaburo Ohara para su esposa) y el puente Imabashi.

Otros visitantes, a punto de salvar el puente Imabashi. Detrás, la Ohara house, que bebe de estilo mercantil típico del Bikan Area.

Centrada, Yurinso. El complejo residencial que construyó Masaburo Ohara para su esposa y que queda justo enfrente del museo, al otro lado del canal.

Parasoles ornamentales colocados a la altura del The Green Palace. Casualidad por una elección de misses.

Café restaurante El Greco. El nombre no es ninguna casualidad...

Una turista fotografía la atípica fachada del Café El Greco, vecino del Ohara Museum.

El Ohara Museum, visto desde uno de los puentes que salva el canal principal. En este caso las apariencias no engañan y estamos ante un atípico edificio de estilo neoclásico. Una particularidad de Kurashiki que se construyó, eso sí, en el siglo XX. ¡El poder del dinero!

Exterior del edificio principal del Ohara Museum. Este museo de gestión privada abrió sus puertas en 1930 y se convirtió en el primero de todo el país especializado en arte occidental. Su nacimiento se debe a la pasión coleccionista del empresario local Magosaburo Ohara y a la colaboración del pintor Torajiro Kojima. El dinero de uno y la visión del otro en sus tres viajes a Europa permitió reunir un buen número de obras de finales del siglo XIX y comienzos del XX. No faltan esculturas de Rodin y tampoco se echan de menos obras de Monet, Renoir, Miró, Pisarro, Modigliani,Degas, Toulousse-Lautrec, Pollock, De Chirico, Picasso,... y la gran joya del museo, y la más antigua entre las occidentales, la Anunciación de El Greco. Realmente muy interesante esta pinacoteca que se inauguró un año después, y como homenaje, del fallecimiento de Kojima. A la izquierda, la escultura en bronce San Juan Bautista, de Rodin.

Columnas corintias en el edificio del Ohara Museum.

Una expresiva escultura de Rodin, junto al acceso principal al museo.

Shinkei-en Garden. Patio interior que separa el edificio neoclásico y otra construcción posterior que alberga la colección de pintores y artistas japoneses.

El edificio de los pinceles nipones,también muy recomendable. Existe una entrada que permite acceder a los dos recintos.

Resulta que ese primer edificio, el Kurashiki Kan, una obra de 1917, actualmente es la oficina local de turismo... Kurashiki es una meca de lo que se llama por aquí el "turismo interior". El Bikan Area es un lugar muy muy concurrido.

El Museo Arqueológico(centro), edificio añejo dentro del Bikan Area.

Vistas del Ryokan de Kurashiki y otros establecimientos comerciales, todos ellos cortados por el mismo patrón especial, desde la otra vertiente del puente Nakabashi.

El canal, escoltado por árboles cuyas flores primaverales refuerzan la belleza del lugar y estimulan los paseos por sus riberas a todas las horas del día.



Embarcando entre los cerezos...

El puente Nakabashi.

Otra perspectiva, de las miles de millones posibles, del canal central.

En este antiguo almacén de granos se encuentra el Museum of Folkcraft.

Una pista del espíritu del Bikan Area con la oficina de turismo y el puente Nakabashi al fondo.

Una mujer descansa relajadamente junto al curso del agua con varias viviendas características de este barrio al fondo.

Un comercio del Bikan Area.

Las bicis son muy protagonistas en el Bikan Area. Un gran, y efectivo, medio de transporte en una zona con el tránsito muy regulado.

Anochece también sobre el concurridísimo puente Nakabashi.



Las antiguas casas con primera planta de almacén se han reconvertido en negocios que satisfacen la demanda de recuerdos y detalles de la gran cantidad de turistas nipones que visitan Kurashiki. Hay tiendas de todo tipo.

Curiosa ventana, curiosa empalizada. La madera, muy presente en el Bikan Area.

Folclóricas caretas expuestas en el exterior de un comercio. El Su-Inkyo es un arte humorístico basado en estos rostros. Kurashiki organiza festivales callejeros en mayo y en octubre.

Hermosísima fachada en el Bikan Area.

Todos los tejados del Bikan Area, ya de por sí muy característicos por las formas de la sucesión de tejas, tienen remates ornamentales de estas características en sus contornos. Símbolos posiblemente solares que invocan a la buena fortuna y la prosperidad.

Una pequeña plazoletilla cercana a los canales.

La plazoleta, vista desde el otro lado. Sorprendente la presencia de esa torre metálica. En la parte inferior de su plataforma han sido colocados varios megáfonos, lo que nos permite intuir que se usa para cuestiones de policía o protección civil. O igual es un viejo testimonio de las viejas guerras para avisar de la inminencia de la aviación enemiga, quién sabe...

De camino a la populosa calle Honmachi, célebre dentro del Bikan Area.

Unas cortinas de acceso a un bar, decoradas con gatitos de la fortuna.

Acceso al Kurashiki Ivy Square, un antiguo recinto industrial especializado en el algodón y el arroz cuyas instalaciones se han integrado en el casco urbano tras una esmerada revisión y la apertura de varios museos (el Igarashi Yumiko, el Museo Académico de la Historia del Arte Occidental y de la región de Kibi, el Momotaro, el de instrumentos musicales, el Kubaro Memorial...).

Una vivienda dentro del Ivy Square. ¿Antiguo personal de mando?

Edificio absolutamente recubierto con plantas enredaderas y trepadoras que, carentes de hojas, se asemejan más a palillos y ramas.

Seductora terraza en el patio principal de la Ivy Hall.

Un esbeltísimo árbol (en directo, alucinante) espera la llegada de la primavera para volver a vestirse con hojas nuevas.

Cartelería en el exterior de un negocio comercial.

Si las señales de circulación están tan altas o los cables de la luz, típicos en todos los rincones de Japón, no quedan tan a la vista se debe a que el carácter monumental del Bikan Area le ha convertido en un excelente plató de rodaje para muchas producciones televisivas y cinematográficas. Al fondo quedan los santuarios que se asientan en la colina Tsurugata-yama, lugar de grandes panorámicas.

Uno no se cansa de contemplar las edificaciones típicas de este Bikan Area.

Las calles Honmachi (en la imagen) y Higashimachi (que es su prologanción) se extienden a los pies de la colina Tsurugata-yama y en otra época fueron la gran vía de acceso a la zona comercial. Conservan edificaciones magníficas y son un referente dentro del Bikan Area por lo que no hay que defender mucho que hay que caminar por ellas.



Cruce de calles. La tendencia hacia la estrechez (calle de otra época) la solucionan los vecinos recurriendo a la bicicleta, la moto o a las dimensiones de los kei cars.

Curiosas cortinas y variada decoración en el pequeño tejado que protege la primera planta de una casa de dos.

Cartelería nipona en la parte más añeja de la calle Honmachi.

Una viejísima edificación en la concurrida calle Honmachi todavía con uso comercial: venden sake, el potente licor de arroz japonés.

El bareto del sake en cuestión. Curiosa entrada.

Escalinata de acceso a la colina Tsurugata-yama, donde se asienta el milenario santuario sintoísta Achi.

Caminando por el santuario Achi.

Este fiero león-dragón de piedra escolta las últimas escaleras de acceso al santuario Achi.

Panorámicas desde la colina Tsurugata-yama.

Por el interior del santuario Achi. Aquí se respiran una paz y un respeto brutales.

Un torii de piedra dentro del santuario Achi. Estos arcos o puertas marcan

Detalle del tejado del principal templo, y posiblemente el más antiguo, del santuario Achi de Kurashiki.

Otra vista del recinto del santuario Achi.



Más cartelería en la calle Honmachi.

En esta parte del Bikan Area vuelven los cableados públicos visibles

Una vivienda de aires señoriales rodeada por un fértil patio.

La confluencia entre la calle que sube desde la Ivy Square y la Honmachi es de las más fotografiadas. Obsérvese que aquí también las señales están a cierta altura por cuestiones cinematográficas.

Esculturas a la venta en una tienda de artesanía. ¡Molan!

¿Marmota? ¿Tejón? ¿Rata de agua gigante? ¿amago de koala? No sabemos muy bien qué representa esta escultura. Lo mismo es un simple reclamo comercial, porque se encontraba en el acceso a un comercio del Bikan Area.

Rótulo de Maruishi Bikes, una tienda de bicicletas donde reza este lema en inglés: "El sol está radiante y tú siempre estás feliz... Mi tienda te ayuda en tu divertida y feliz vida ciclista". Chapeau.



Curiosa máquina recreativas. En vez de tragaperras habría que decir "tragagatos".

Callejón en el Bikan Area.

El edificio que alberga el Chugoku Bank.

Un estrecho túnel salva la montaña y comunica sus dos lados como una calle más. Encima de este paso se encuentra el Kan-ryu Temple.

Un bonito rincón en el Kan-ryu Temple.

Vistas del Bikan Area desde los aledaños del Kan-ryu Temple.

Un grupo de chicas lucen trajes típicos por la zona más turística de Kurashiki. Formaban parte de una especie de concurso de belleza, nos comentaron después.

Un turista fotografía a las chicas de los trajes típicos (sí, evocan de alguna forma al concepto geisha que tenemos enla cabeza los occidentales). Como si de una representación de la obra La decisión de París de Rubens se tratara.