Bikotx Gane, una pared con vistas


Vistas del Parque Natural del Gorbea desde la ascensión al Bikotx Gane.

Es posible que estemos muy condicionados por la recompensa que siempre implica para un ciclista, como también sirve la comparación para un montañero con la montaña o para un maratoniano con su maratón, el simple pero eterno hecho de “coronar” un puerto. Da igual que sea un kilométrico calvario de pendientes carente de arbolado como una tachuela sin apenas perspectivas. Cada momento tiene su encanto. En esta ocasión, sin embargo, queremos realzar el de un mirador a los pies del Macizo del Gobea, en pleno Gorbeia Parke Naturala. Una terraza al verdor de un maravilloso parque natural, el mayor del País Vasco y portador de tal condición desde 1994. Pero también un reto para cualquier aficionado a la bicicleta: el de un puerto de 5,1 kilómetros que esconden rampas obsesionadas con el 12%. Estamos en el Bikotx Gane.


En plena faena por una buena carretera con poco tráfico y mucho ancho.


Perspectivas en la parte alta.

Acorde a la longitud de muchos puertos vascos, la orografía del Gorbea, una de las cumbres más altas del País Vasco, le añade la dificultad del entorno en una orografía especialmente quebrada. Un kilómetro suave no siempre tiene que ser cómodo. Los primeros mil metros que ascienden desde la atractiva población de Artea intimidan a sabiendas de la que nos espera después mirando hacia la montaña que oculta en su interior este coloso. Una sucesión de caseríos nos entetendrá hasta que ante nosotros aparezca n, cruzando la carretera a unos tres metros de altura sobre el asfalto, dos enormes tuberías del Consorcio de Aguas pintadas de verde. Las rampas se abrazan al 9 y al 10%. Un frondoso bosque nos escolta y nos provee de frescor para nuestras bocanadas de aire.


A punto de llegar al desvío al área recreativa, la verdadera cima del puerto.


Cima.


El descanso de la compañera de viaje.


Bikotx Gane, o Bikotxgane, no posee esbeltas curvas de herraduras. Es un asalto en toda regla al macizo del Gorbea, aunque sorprende que tal acoso bien pavimentado se corone a los 562 metros. Un curveo ceñido a las vaguadas será nuestra única distracción mientras devoramos porcentajes crecientes hacia el 11% y el 12% que esconde la BI-3513 en sus dos kilómetros finales. Cuando la letanía se haya convertido en una costumbre rodeada de un intenso verdor, a nuestra derecha intuimos la inmensidad de los valles que se abren a los pies del Gorbea en suelo vizcaíno. Los prados, las masas forestales, los caseríos. La paz y la tranquilidad a las puertas del mismo Bilbao. El frescor del aire un día sin lluvia. La recompensa para haber sufrido tanto. En la auténtica cima, antes del cartel indicador del puerto, un área de descanso nos permitirá disfrutar tranquilamente de todas esas percepciones con un trago de agua fresca nacida en las extrañas de la tierra.


Un posado de recuerdo.


Detalle del monumento, cómo si no en euskera.

Este, el del Bikotx Gane, es uno de los accesos posibles a las numerosas rutas y posibilidades montañeras del Macizo del Gorbea, sus cuevas o hasta las trece ermitas que se asientan en el entorno del parque. En su cumbre, una cruz. Y una marca de gaseosa que toma tal nombre. Pero ésa es otra historia futura de este blog. Ya lo dijo Woody Allen: “Me interesa conocer el futuro porque es el lugar en el que voy a habitar el resto de mi vida”.


La recompensa al esfuerzo. Merece la pena.


Posado junto al cartel, protocolario en el cicloturismo amante de subidas.