Un ratito para descubrir Gante (marzo de 2010)



Con motivo de un viaje de trabajo tuvimos la oportunidad de descubrir durante unas horas la hermosa ciudad belga de Gante. Solventados los compromisos, pues ya se sabe que primero está el negocio y luego el ocio, nos planteamos un recorrido por el centro de este importante núcleo de la Bélgica flamenca, capital del Flandes occidental y cuarta ciudad del país a la que llegamos en taxi desde el aeropuerto de Bruselas Sur, un eufemismo que realmente se encuentra en Charleroi y en que Ryanair se mueve como Pedro por su casa con un tirón cada vez más creciente. Por cierto que existen otras vías para evitar el taxi, pero en nuestro caso fue por una cuestión de planning; sirva de información, pues seguro que puede resultarle de utilidad a alguien, que entre Charleroi y Gante existe una tarifa fija de 125 euros. Al menos ésta es la que aplica la flota de vehículos Vtax, donde puedes encontrarte viajando en un comodísimo Cadillac. Gante es el nombre en castellano de la oficialmente Gent (flamenco), también conocida como Gand (en francés) o Ghent (en inglés). Se encuentra a medio camino entre Bruselas y Brujas y está bañada por dos ríos, el Leie (Lys, en castellano) y el Schelde (Escalda) que configuran su vertiente más canalesca. El hecho de que varios idiomas se hayan tomado la molestia de amoldar para sí una nomenclatura propia adelanta dos hechos a considerar: que turísticamente tiene mucho tirón, por un lado; que históricamente ha gozado un enorme protagonismo. Y ambas cuestiones, entrelazadas, salpicadas de un gran vínculo con lo español ponen de relieve la majestuosidad de sus calles y fachadas más céntricas, un océano de callejuelas empedradas donde reinan las bicicletas, el principal medio de transporte de una ciudad que también se mueve a ritmo de tranvía, y los anuncios de algunas de las más de 450 variedades de cervezas existentes, cada una con su vaso propio.

El céntrico hotel en el que nos hospedábamos, el NH Gent Belford (calle Hoogpoort, nº 63), un edificio moderno junto al gótico stadhuis (ayuntamiento) lleno de guiños cómplices con el cliente, nos facilitó el poder conocer algo más de Gante, el interactuar con sus parroquianos, el recorrer sus calles y plazas y el disfrutar, pues no es posible otra actitud, de sus variadas cervezas. A diferencia de otros lares donde el inglés no está tan extendido como se podría imaginar, aquí nos será un aliado eficaz. Todo el mundo habla inglés, es paciente para entender al interlocutor y se hace entender. Su carácter turístico, además, nos dará alguna que otra sorpresa; primero porque los visitantes españoles son habituales, como pudimos comprobar; segundo, porque incluso existe una ingente colonia española en Gante. Sirva como anécdota que por la noche, cenando en la Brasserie Belga Queen -un afamado restaurante ubicado en el histórico Graslei, de interior moderno y fachada histórica-, dimos con una simpática tinerfeña que residía en Gante por amor. Otro apunte relacionado con la vida nocturna: es intensa, fiel a una ciudad universitaria y joven, pero los horarios de los restaurantes se mueven más a los hábitos de centroeuropa: no apuren la hora para cenar. Cerca de nuestro hotel, caminando por la peatonal Hoogpoort Straat e ignorando por el momento las seductoras callejuelas que nacen a nuestra izquierda en dirección a la Vrijdagmarkt (la Plaza del Mercado de los Viernes) alcanzamos la pequeña GroetenMarkt, con su Lonja de la carne presidiendo, y el Vleeshuuis Bruig, puente que salva las aguas de un Leie en torno al que se ha gestado la vida comercial de la ciudad durante siglos. Estamos en el llamado Historisch Centrum (Centro histórico), muy cerca de una evocadora zona de muelles que a un lado del río es conocida como Korenlei (muelle del trigo) y al otro, como Graslei (muelle de los herboristas). Recuerdos de las actividades comerciales de uno y otro margen.

A nuestra retina le sorprendió más el castillo de los Condes de Flandes, el Gravensteen, un sobrecogedor recinto pétreo en pleno centro de la ciudad y protegido en gran parte, en un ejercicio de amoldarse al entorno, por las aguas del Leie. Impulsado por Felipe de Alsacia, quien murió en las Cruzadas, fue construido en el siglo XII, centro de poder medieval, cuna del sentimiento independentista nacional y hasta centro de procesado de algodón en el siglo XIX, cuando se encontraba en desuso. La fortaleza actual, sin embargo, es un pequeño testimonio de lo que fue un edificio mucho mayor en el que cuentan que nació Carlos I de España y V de Alemania. Ese palacio desapareció. La entrada normal se mueve entre los 6 y los 8 euros, si escogemos o no una guía auditiva interactiva. En la Sint-Veerle Plein, plaza que crece junto a las puertas del castillo y el lugar en el que se ejecutaba a los condenados a muerte, encontramos la sobrecogedora fachada barroca del Mercado del Pescado (De Vismijn). Preside Neptuno desde un carro tirado por dos tritones y con una representación de los ríos de la ciudad, el Leie y el Escalda, justo debajo. Lástima de unas obras que afectaban al edificio, una de tantas de las que se estaban desarrollando en el centro de la ciudad. No muy lejos del castillo, tan cerca como cambiar de acera en la Geldmunt, optamos por sumergirnos en una de las numerosas callejuelas que parecen profundizar hacia el interior. Se trata del Patershol, uno de los barrios más antiguos de Gante y sede del gremio de los curtidores. El progresivo cese de esa actividad con el avance industrial varió la intensa vida de sus calles y a partir del siglo XIX era más bien el lugar que aglutinaba a las clases más bajas y desfavorecidas. Las autoridades le metieron mano al asunto y hoy en día un centenar de sus casas, históricas fachadas con siglos de vida, cuentan con protección gubernamental. En el Patershol podremos encontrar una amplia oferta de restaurantes y cervecerías; incluso nos topamos, guiados por una bandera española ondeando en su entrada, con la Casa de las tapas (Corduwanierstraat, nº 14).

Desde el Patershol, atravesando el río Leie por el puente Zuivelbrug y pasando junto al Cañón de Margarita la Loca, alcanzamos en un momento la amplia Vrijdagmarkt, la plaza del mercado de los viernes, que toma su nombre del tradicional mercadillo que tiene lugar ese día… todavía. En su centro, o casi, destaca el monumento a Jacob, un prohombre del siglo XIV que lideró la ciudad durante la Guerra de los Cien Años y fue asesinado por un oponente político. El contraste entre las diferentes fachadas de tres y cuatro alturas que rodean la plaza resulta ciertamente hermoso, con las torres de la vecina Iglesia de Sint Jacobs emergiendo detrás. En un lateral encontraremos unos edificios más grandes con aires modernistas. El cartel de Socialistische Werkersvereenigingen preside uno de ellos. Bingo. Construido en 1900, estamos ante la antigua sede de la asociación de trabajadores socialistas. Después de visitar la iglesia de Sint Jacobs, ponemos rumbo hacia el Portus Ganda, un área en el que ya se han unido las aguas del Leie y el Escalda y que ha sido recuperada hace pocos años para el disfrute de los barcos de recreo. Durante mucho tiempo permaneció cegada y su nombre, Ganda (parece ser que en el idioma flamenco viene a significar “convergencia”), hace referencia al primitivo nombre la ciudad. Es una zona más residencial que anima al paseo o sentarse en un banco a relajarse mientras los ciclistas se desplazan de un lado a otro. Nos hizo gracia descubrir, junto a las aguas, una urbanización de nombres españoles. Otro símbolo de las intensas relaciones de nuestros países, más allá de Tercios de Flandes, Carlos I y demás. Desde el Portus Ganda regresamos hacia el centro a través de la Gebroeders Van Eyck Straat, la calle de los admiradísimos hermanos Van Eyck. Humberto y Juan, maestros de la pintura flamenca, son dos de los personajes más queridos de la historia de Gante e incluso presidente una hermosa escultura tras la Sint Baafskathedraal, la Catedral de San Bavón, por la que pasaremos en un ratito. Antes veremos el palacio episcopal, el castillo de Gerardo el diablo (Geeraard de Duivelsteen; un edificio del siglo XIII de gran renombre en Gante) y un hermoso enclave como el de la plaza de Lieven Baumens.

Afrontando la leve subida de la Limburgstraat alcanzaremos el monumento, de 1913, a los hermanos van Eyck antes mencionados con un fondo único: el de la catedral. Enorme, robusta, de magnífica decoración escultórica, la entrada principal a San Bavón tiene lugar por la Sint Baafs Plein, una plaza monumental que reúne no sólo el conjunto catedralicio, el NTG (Teatro Real de la Lengua Neerlandesa) y la esbelta Het Belfort. Esta última, la torre vigía de Gante, puede presumir de ser el mirador de la ciudad con sus 91 metros de altura. Un curioso dragón la corona como símbolo de Las libertades de sus habitantes. En uno de sus laterales pasa desapercibido como anexo un edificio construido con posterioridad (1791) que en su día fue residencia para el carcelero y después directamente cárcel municipal. En su friso principal aparece Cimón de Atenas amamantándose de un pecho femenino. De ahí surge el apelativo por el que es famosa entre los locales: De Mammelokker. Las obras existentes en la Plaza Emile Braun nos impidieron disfrutar de diferentes perspectivas tanto de la Het Belfort como del ayuntamiento o la cercana Iglesia de San Nicolás, la que se asociaba a los gremios y a los comerciantes más ricos de la ciudad durante la Edad Media. La creciente falta de luz nos impidió fotografiar, desde el puente de San Miguel (Sint Michielsbrug), la que es la imagen más repetida de la ciudad: las aguas del Leie, las eclécticas casas del Graslei y las tres torres (Belfort, San Nicolás y San Bavón). Antes de regresar a la habitación, no obstante, sí tuvimos ocasión de conocer otra vertiente de Gante más alejada de esa gran cantidad de edificios históricos. En el suroeste de la ciudad, como a una media hora andando desde el centro, nos encontramos con una zona conocida como Blaarmeersen, en la que el verde y el agua mandan. En este área podemos encontrar muchas instalaciones deportivas, pero nos llamó la atención el Watersportbaan (un canal para la práctica del remo, el piragüimo y otros deportes similares) y sus cinco kilómetros de perímetro. En sus márgenes, desde hace mucho tiempo, corre cada día un maratón uno de los ídolos deportivos flamencos: el ultrafondista belga Stefaan Engels. Esa tarde no podía faltar a su cita acompañado por muchos corredores populares.

Gante. Notoria ciudad de Flandes. Gante es el nombre en castellano de la oficialmente Gent (flamenco), también conocida como Gand (en francés) o Ghent (en inglés). Se encuentra a medio camino entre Bruselas y Brujas y está bañada por dos ríos, el Leie (Lys, en castellano) y el Schelde (Escalda) que configuran su vertiente más canalesca. Las nortes de San Nicolás, San Bavón y la Het Belfort marcan su 'skyline'. ¿Por qué tanta versión en castellano? Por el rico y discutido pasado castellano de Flandes.


El Leie, con el barrio de Korenlei al fondo.


Un poblado aparcamiento para bicicletas: una estampa muy habitual en una ciudad muy ciclista.


Sugerente cervecería en la calle Nederkouter, esquina con Bagattenstraat.


... y disfrutando de una Westmalle exquisita.


El Ketelbrug.


El adoquín, un firme en dura pugna con el asfalto en las ciudades belgas. En la imagen, la Kortrijksepoortstraat.


Sucesión de casas en la calle Nederkouter.


Un frondoso solar en la calle Nederkouter.


El tranvía, un medio de transporte muy popular en Gante.


Atrayente fachada de una cervecería en la esquina entre Kortrijksepoortstraat y la avenida Charles de Kerchovelaan.


El Leie, a la altura del barrio de Henleykaai.


Embarcaciones amarradas en uno de los numerosos muelles del Leie.


Neermeerskai.


Ojo la decoración de la furgoneta. Auténtica.


Detalle de un espejo de la habitación.


Las puertas del ascensor del hotel.


Vistas desde la ventana del pasillo que daba a la puerta de nuestra habitación.


Fachada del ayuntamiento.


Detalle de la fachada del ayuntamiento.


Ayuntamiento de Gante.


Vasos de jenevers, o ginebra. En Bélgica se destilan varios tipos de gradación variable e incluso hay un local, el Druppelkotl, que fabrica sus propios licores. La gente se coge unas melopeas importantes y cumplen con la tradición de aliviarse en el canal. Por cierto, en Bélgica no se llevan los churros para desayunar tras una fiesta: más bien les van las patatas fritas.


La grafitera calle Werregaren, una incursión obligatoria.


Lonja de la carne.


Una concurrida plazoleta de Gante.


Lateral de la lonja de la carne. Visto con otros ojos, se da un aire a una calavera.


Animado rincón junto al canal. El del cartel rojo es el recomendable Druppelkot.


Otra fachada de gran atractivo visual.


"Los canales de Gante". En el siglo XVI esta ciudad flamenca fue la segunda ciudad más grande, tras París, al norte de los Alpes.


El Gravensteen, el Castillo de los Condes, con una escultura del león del escudo en primer plano.


El castillo, visto desde la calle Gelmunt.


Vista más detallada de la entrada a la fortaleza.


Un castillo de claros aire medievales.


Una paloma se asoma por una especie de desagüe.


Plaza de Sint Veerle: escultura de un león, protagonista de la bandera de Flandes.


El barroco Mercado del Pescado.


Una callejuela del barrio de Patershol.


Otro rincón del pintoresco barrio de Patershol.


El adoquinado del firme le resulta muy atractivo a alguien que ama las clásicas ciclistas belgas.


El Patershol es una zona con gran cantidad y variedad de restaurantes.


Otro rincón particular.


Menuda sorpresa: un bar español.


Parada para degustar una Gruut.


Una estampa mítica de esta ciudad.


Fachadas con vistas al Leie en el barrio de Graslei.


Una hermosa fachada en la calle Kraanlei.


Se intuye la Vrijdagmarkt antes de cruzar el Zuivelbrug.


Detalle de la barandilla del Zuivelbrug con el Leie de fondo.


Meerseniers Straat, sugerente con sus cervecerías de atractivos escaparates.


Vrijdagmarkt, con las torres de Sint Jacobs.


Vrijdagmarkt: la antigua sede de la asociación de trabajadores socialistas.


Vrijdagmarkt: el monumento a Jacob.


Vrijdagmarkt: otra perspectiva de Sint Jacobs; a la derecha, el Toreken, la antigua sede del gremio de los curtidores y actual centro de poesía de Gante.


Sint Jacobs.


Ventanas y vidrieras de Sint Jacobs.


Escultura de una virgen con el niño en el pórtico oeste.


Sint Jacobs, la pequeña plaza anexa.


Un bar con fácil traducción al castellano. Podría pasar por el de un pueblo de España.


Sint Jacobs: escultura principal del pórtico este.


Sint Jacobs: escultura de un Cristo cruxificado.


Una vista de Sint Jacobs desde la Sint Jacobsnieuwstraat.


Vista del Portus Ganda.


Otra perspectiva del muelle del Portus Ganda.


Bavo brug: pasarela para bicicletas y peatones sobre un canal anexo al Portus Ganda.


Una urbanización made in Spain en la Nieuwbrugkaai.


Todo está limpísimo, pero no faltan las papeleras.


Las bicis, que tan respetadas son, también tienen que respetar.


Una original fachada reivindicativa en la Gebroeders Van Eyckstraat.


Igual el dueño de la casa anterior también es el propietario de esta furgoneta, aparcada en el cercano cruce con la calle Doornsteeg.


Os podemos asegurar que es la placa de calle más grande que hemos visto nunca.


Cabinas telefónicas de Gante. Cada país, en cuestiones telefónicas, tiene su "puntito diferencial". Por eso nos gusta fotografiarlas.


En segundo término (centro de la imagen), el popular y antiguo (siglo XIII) castillo de Gerardo el diablo. A la derecha, instalaciones del Palacio episcopal belga.


Dentro del respeto que se tiene por la bicicleta como medio de transporte y los ciclistas como colectivo, también hay cafres. A éste la jugada, afortunadamente para el dueño, no le salió como quería.


El tranvía, en la Limburgstraat.


Limburgstraat, con la Catedral de San Bavón al fondo.


Monumento a los hermanos van Eyck.


San Bavón, con la Het Belfort al fondo.


La Het Belfort, el faro sobre la Sint Baafs Plein.


El reloj del campanario municipal.


Este dragón que corona la Belfort protege las libertades de Gante.


Otra perspectiva de la Het Belfort.


Puedes pasar horas y horas admirando la grandeza del Het Belfort. Lástima que ya estuviera cerrado y no haber podido disfrutar de sus panorámicas.


Horas y horas...


Fachadas en la Sint Baafs Plein.


Escultura en la Sint Baafs Plein, basada en un episodio de la historia de la ciudad.


Teatro Real de la Lengua Neerlandesa: en su fachada destaca un mural de Apolo con sus musas.


Catedral de San Bavón; en su interior guarda La adoración del cordero místico, obra maestra de la pintura flamenca y firmada por Jan van Eyck.


Pináculo de San Bavón.


Hermosas esculturas en el pórtico de San Bavón.


Tales dimensiones empeñecen al ser humano.


San Bavón (izquierda) y la antigua casa del carcelero de Gante (dcha), sede de una oficina de turismo.


Botermarkt, desde la plaza de Emile Braun.


Dos visitantes consultan un plano de Gante tras salir del punto de información turística.


De Mammelokker.


Gotiquísima San Nicolás, vista al atardecer e imposible de fotografias de otro modo por unas obras.


Edificio de la Emile Braun Plein. Unas obras algo tediosas tenían completamente levantada la ciudad.


Uno de los canales que, con agua del Leie, alimenta el Watersportbaar.


La sede, en un lugar ideal, de uno de los clubes de piraguismo de Gante.


Entrenamiento en el Watersportbaar.


El pelotón de corredores populares que acompañaba a Stefaan Engels.